La diabetes es una enfermedad crónica sin curación y que afecta a millones de personas en el mundo. Para gestionarla adecuadamente, es necesario conocer sus causas, síntomas y tratamientos. En este post abordaremos lo esencial sobre la diabetes y ofreceremos consejos prácticos para su prevención.
Origen de la palabra “diabetes”
El término proviene del griego «diabainein», que significa «pasar a través de». Se utilizaba en el siglo II para describir un flujo excesivo de orina. En el siglo XVII, se descubrió que la orina de las personas con esta condición tenía un sabor dulce debido a la presencia de glucosa, y el término se amplió a “diabetes mellitus”, donde “mellitus” significa “miel” en latín.
El concepto de diabetes ha evolucionado desde entonces para incluir una gama de trastornos relacionados con el metabolismo de la glucosa y la insulina.
¿Qué es la diabetes?
Es una enfermedad crónica en la que los niveles de glucosa (azúcar) en sangre están elevados. Se presenta cuando el páncreas no secreta suficiente insulina o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce.
¿Qué es la insulina y qué efectos tiene en el organismo?
La insulina es una hormona producida por el páncreas que facilita la entrada de glucosa al interior de las células.
Las células del organismo tienen receptores de insulina alrededor de sus membranas. Cuando la insulina se une a dichos receptores, provoca que unas proteínas transportadoras de glucosa formen unos canales de entrada en la membrana. Una vez dentro, la glucosa puede ser usada como energía o almacenada en forma de glucógeno para su uso futuro.
Para que la glucosa pueda entrar en las células, estas deben disponer de receptores suficientes y que haya suficiente cantidad de insulina para que se acople a los receptores.
¿Qué tipos de diabetes existen y cuáles son sus tratamientos?
Hay tres tipos principales de diabetes: tipo 1, tipo 2 y diabetes gestacional.
– Diabetes tipo 1: enfermedad autoinmune en la que el cuerpo ataca y destruye las células productoras de insulina en el páncreas. No se produce insulina suficiente que se acople a los receptores, por lo que la glucosa se acumula en la sangre (hiperglucemia). Normalmente este tipo de diabetes se inicia en la etapa infantil-juvenil.
El tratamiento incluye la administración de insulina a través de inyecciones o bombas, una dieta controlada en carbohidratos, actividad física regular y educación sobre el manejo de la enfermedad.
– Diabetes tipo 2: tipo más común, asociado con el sobrepeso, el sedentarismo y factores genéticos. En este caso, el número de receptores disminuye, por lo que, aunque haya cantidades normales de insulina, no se metaboliza suficiente glucosa y aumenta su nivel en la sangre. Suele asociarse a edades más avanzadas, frecuentemente a partir de los 40 años.
El tratamiento se basa en seguir una dieta saludable, hacer ejercicio de forma regular, tomar medicamentos antidiabéticos orales y, en algunos casos, insulina.
– Diabetes gestacional: aparece durante el embarazo y suele desaparecer después del parto. Sin embargo, las mujeres que la padecen tienen un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en el futuro. Se debe a los altos niveles hormonales y al incremento de las demandas energéticas de insulina.
Si durante el tratamiento la dieta y el ejercicio no son suficientes, puede ser necesario el uso de medicamentos orales o de insulina.
Algunos síntomas de la diabetes
– Necesidad de orinar con frecuencia.
– Pérdida de peso. Sobre todo en la tipo 1. En la tipo 2 es menos frecuente.
– Sed excesiva.
– Falta de energía.
– Hambre excesiva.
Prevención de la diabetes
La diabetes tipo 1 no se puede prevenir. Sin embargo, hay varias medidas que pueden reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2:
– Dieta equilibrada: una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, pasta integral, cereales integrales y proteínas magras puede ayudar a mantener niveles saludables de azúcar.
– Ejercicio regular: ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina y a mantener un peso saludable.
– Control del peso: mantener un peso saludable reduce el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina.
Bibliografía